Hoy nos complace presentar la segunda entrevista del proyecto Beyond Theory en 2024. La entrevista ha sido ofrecida por Lourdes Roca y Ortíz, investigadora del Instituto Mora y responsable del Laboratorio Audiovisual de Investigación Social. Esta entrevista ha sido realizada por miembros del Grupo de Expertos ICA/PAAG.   

Beyond Theory es un proyecto del Grupo de Expertos ICA/PAAG, puesto en marcha en 2022, que pretende aportar contenidos relacionados con la gestión fotográfica y audiovisual, ofreciendo posibilidades operativas a través de un enfoque pragmático. El objetivo principal de esta iniciativa es entrevistar a profesionales relevantes y con gran experiencia en diferentes aspectos del flujo de trabajo audiovisual y fotográfico.     

En esta última entrevista, Roca y Ortíz destaca el carácter interdisciplinar de su trabajo, en el que se entrecruzan la Historia, la Antropología, la Comunicación y los estudios latinoamericanos. La reciente publicación «Tejedores de Imágenes» recoge sus reflexiones metodológicas y actividades pedagógicas, con el objetivo de abordar los retos de la investigación con imágenes y fomentar la alfabetización visual.  

Roca y Ortíz cuestiona la noción de analfabetismo visual, reconociendo los abrumadores estímulos visuales de la cultura contemporánea y abogando al mismo tiempo por un compromiso crítico. Subraya la infravaloración de la fotografía en el mundo académico y destaca su potencial para documentar historias desconocidas y dinámicas sociales inaccesibles a través de los documentos tradicionales. Al hablar de los retos a los que se enfrentan los investigadores con los archivos fotográficos, subraya la importancia de una documentación accesible y de metodologías de catalogación flexibles.  

Además, Roca y Ortíz analiza las implicaciones sociales de la ausencia fotográfica, abordando el riesgo de amnesia histórica y el papel de las imágenes como testimonio. Aboga por sistemas de información abiertos y enfoques integradores del patrimonio, instando al diálogo con las partes interesadas para redefinir los parámetros del patrimonio. Por último, aboga por la conservación y accesibilidad de los archivos fotográficos invisibles, haciendo hincapié en la importancia de la administración ética y la representación equitativa de los grupos marginados.  

¡Les invitamos a leer esta nueva entrevista sobre los archivos audiovisuales y su intersección con distintos sectores! 

ENTREVISTA

1. En primer lugar, ¿qué es el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social del Instituto Mora? ¿cómo surgió dicha iniciativa?

Empieza en los inicios de los 90 ante la necesidad de adaptar las investigaciones de historia oral que hacía el Instituto Mora para hacer documental. Por tanto, se inicia con la voluntad de difundir de forma más amplia los resultados de investigaciones de historia oral que, de forma involuntaria, nos introdujo en una permanente práctica de trabajo con imágenes. Hacia el año 2000, tras una década de riguroso trabajo y de mucha reflexión con las fuentes orales, nos preguntamos: ¿qué pasa con las imágenes? ¿cómo es el trabajo con este tipo de fuentes? De esta manera, con la pretensión de trabajar, sobre todo metodológicamente, con las fuentes visuales, se fueron sentando las bases del Laboratorio Audiovisual de Investigación Social. Así, en 2002 se conforma el Laboratorio y ya llevamos casi 22 años en esta línea de investigación social con imágenes. Le añadimos el adjetivo social con toda la intencionalidad ya que creemos que la investigación con imágenes debería ser interdisciplinaria y debería romper necesariamente con las disciplinas. De esta manera, no nos ubicamos solo desde la Historia, ni desde la Antropología, ni desde la Comunicación, ni desde los Estudios Latinoamericanos por mencionar 4 de las disciplinas que confluyen constantemente en nuestro trabajo, por formación y también por la práctica cotidiana.

2. Entonces, ¿podríamos decir que el libro Tejedores de imágenes es un resultado de todos estos antecedentes?

El libro deriva de todas estas preocupaciones porque cuando iniciamos todas estas reflexiones, por un lado empieza a haber mucha práctica investigadora, mucho trabajo de campo, mucho trabajo de archivo con imágenes pero, a la vez, también empieza a haber mucha práctica docente, impartición de talleres, de manejo de equipo audiovisual y va surgiendo todo un corpus teórico y metodológico y ciertas propuestas que, desde luego no queremos que sean “LA” metodología pero son planteamientos de abordaje de la fuente visual y audiovisual. Y esto se da sobre todo porque los propios estudiantes lo demandan y llega un momento que se preocupan por temas que van más allá de la producción, haciendo necesario construir, afrontar y compartir fuentes y metodologías que profundicen. Por eso el título de Tejedores de imágenes, porque la sensación es de ir hilvanando con imágenes desde hace mucho tiempo pero que, a pesar de estar 20 años en esto, la reflexión teórica y metodológica todavía está en ciernes y lo planteamos de una forma totalmente abierta y flexible, con la intención de seguir picando piedra.

3. Walter Benjamin, parafraseando la frase de Moholy-Nagy de 1928, escribió en su «Pequeña historia de la fotografía» (1931) que «el analfabetismo del futuro será la ignorancia no de la lectura o la escritura, sino de la fotografía». ¿Crees que estamos afectados por el analfabetismo visual?

Es tal el bombardeo visual y audiovisual a nuestro alrededor… la convivencia con imágenes técnicas empieza primero con la fotografía, pero con el cine y la televisión, con las imágenes en movimiento, se ha ido generando una tendencia a ser muy pasivos ante la pantalla, sobre todo ante la televisión. Lo que tenemos es, por tanto, un consumo exacerbado frente a una escasa actitud crítica y reflexiva. Además, a esta cotidianidad, hay que añadirle que no nos enseñan a expresarnos visualmente a pesar de que en la práctica lo hacemos diariamente. Y esto no quiere decir que si no nos enseñan el abc no somos capaces de generar imágenes, sino que esto está relacionado con la idea de que se han generado unas industrias tremendas que han puesto en el pedestal al medio, sobre todo el televisivo, pero también el cinematográfico y parece que alguien de la calle, común, no pueda acceder a ese tipo de expresiones, sino que tan solo puede ser comunicado desde la cúpula y, por tanto, no es accesible al resto de los mortales. Durante mucho tiempo la comunicación ha sido así pero hoy en día tenemos un mundo de pantallas alrededor y cada vez tenemos más posibilidades de llegar a más gente. Esto está transformado las prácticas porque, actualmente, hay quien hace un documental con un móvil y este tipo de medios hace que ese lenguaje baje del pedestal y lo veamos como algo accesible, como que todos somos capaces de expresarnos así. Si trabajamos con niños, por ejemplo, nos damos cuenta de que tenemos capacidades innatas muy fuertes de expresarnos visualmente, pero si te las coartan desde los primeros años y no te las cultivan, la práctica cotidiana te convierte en un receptor, en el sentido más pasivo. Sin embargo, últimamente se está utilizando más el término de “usuario” en contraposición al de “consumidores”: cada vez hay más esta reapropiación de medios que parecían exclusivos de una minoría. Así que, en conclusión, la cultura en la que estamos insertos nos ha hecho bastantes analfabetos audiovisuales, pero, en realidad, es una paradoja porque no lo somos, es decir, que tenemos todo el potencial para dejar de serlo, aunque en la práctica cotidiana esto haya costado mucho y las nuevas tecnologías estén generando transformaciones interesantes.

4. ¿Crees que la fotografía es una disciplina ninguneada en el ámbito formativo y académico?

Totalmente. Desde sus orígenes ha tenido ese problema intrínseco. Fue largamente discutido su carácter artístico y tuvo que pelear muy fuerte para conseguir entrar en las llamadas bellas artes, siempre muy marcada y condicionada por su vinculación al aparato técnico. Desde el principio fue vilipendiada, pero, ya hablando más del ámbito social, creo que no hay una conciencia de que a través de la imagen fija también se trasmiten ideas, contenidos más allá de las miradas y los estilos y se nos olvida adoptar una actitud crítica ante su carácter documental.

5. En este contexto ¿crees que una imagen habla por sí misma, que una imagen vale más que mil palabras?

No. Por la práctica que hemos venido desarrollando de si algo estamos convencidos es de que la imagen no vale más que mil palabras. Más bien, a la imagen hay que preguntarle. La imagen lo que te hace, en la medida en que te documentas para ello, es suscitarte muchas preguntas y, si sabes abordarla, puede ser un gran detonador de cuestiones de investigación. Con una sola imagen poca cosa puedes hacer y como cualquier documento hay que contrastarlo con otros documentos y con otras imágenes.

6. ¿Es objetiva la fotografía?

Como cualquier documento es objetiva en la medida en que expresa algo que alguien quiso expresar en un momento dado, en un contexto determinado, con una serie de preocupaciones… es objetivo en la medida que es subjetivo, como cualquier otro documento.

7. ¿Cómo se investiga con imágenes? ¿qué puede aportar la imagen que no aporte el texto? ¿qué tiene de particular la investigación a través de lo visual?

Te pongo un ejemplo muy claro: la posibilidad de investigar sobre temas de los que hay pocos documentos escritos. Por ejemplo, sobre mujeres, sobre los niños… hay muchos aspectos de lo social y no hablemos de las clases, que no están consignados. En los documentos oficiales quien escribía lo hacía desde ciertos espacios de poder y la fotografía justo permite explorar otros espacios que son de difícil acceso, temáticas, sujetos, actores sociales a los que no hay forma de llegar de otra manera que no sea a través de las fuentes visuales. Por ejemplo: el papel de las mujeres en la guerra de Rusia. Muchas veces permite examinar sitios a los que no se puede llegar con la documentación tradicional con la que trabaja el investigador.

8. ¿Qué problemáticas se puede topar un investigador que decida basar sus investigaciones en fotografías?

Pues para empezar, en la mayoría de los archivos las fotografías se hallan almacenadas y no están catalogadas de forma individual o compuesta, de manera que es difícil saber que es lo que tiene el archivo ya que, muchas veces y con suerte, únicamente puedes relacionarte con un inventario. Hablando de catalogación básica, es difícil encontrar los contextos de producción de las imágenes que son la base porque sin esto, los estudios de investigación son limitados. Después hay problemas metodológicos de carácter más teórico pero con el primer problema que has de lidiar es con el acceso al documento fotográfico que, como fondo, muchas veces, también se encuentra fragmentado en diferentes archivos, afortunadamente aspecto bastante mitigado gracias a las nuevas tecnologías.

9. Es cierto que las imágenes muestran pero también ocultan. Susan Sontag ha dicho en alguna ocasión una de las razones por las que la gente tardó tanto en apreciar y entender el horror completo del sistema soviético fue por la ausencia de documentación fotográfica ¿cree que la ausencia de imágenes genera indiferencia?

Bueno, no solo indiferencia, yo diría que incluso amnesia. Las imágenes fotográficas y fílmicas son tan poderosas que pueden generar amnesia social. Han llegado incluso a negarse varios holocaustos como el armenio, las guerras de Ruanda,… y aquí volvemos al tema de la imagen fotográfica como testimonio, de dar fe de, de si es ver para creer, en este caso sí, siempre que no estén manipuladas.

10. Son críticos con ciertas formas de trabajar en el ámbito de los archivos visuales y hablan de un sistema de información abierto sobre archivos fotográficos y procesos de catalogación más abiertos y flexibles ¿en qué consiste esta propuesta?

Pues surge de la práctica de haber enfrentado posturas muy cerradas a la hora de trabajar con la fotografía. Archivos en los que, por un lado, te encuentras ciertas dificultades en el acceso y que además no trabajan en red con otros archivos. Después el hecho de pretender que con el documento fotográfico, tengamos que pagar cantidades desorbitadas de dinero para realizar trabajos de investigación. Hay archivos que se ensañan y entendemos que es un documento delicado pero lo que más cuestionamos es el tema de los derechos, sobre todo con imágenes de más de 100 años o el caso de obras huérfanas derechos de las cuales se apropian instituciones. Esto no puede ser, no puede ser que un alumno que esté realizando una tesis tenga que pagar 20 euros por fotografía porque esto desalienta, desincentiva el trabajo de investigación con imágenes y muchos alumnos las acaban descartando. Con esto hemos sido muy críticos pero también con las necesidades de documentar, catalogar… es un ámbito de muchas caras y el trabajo archivístico tiene muchos frentes y no se puede descuidar ninguno. Es muy complejo, y somos consciente de que hay un discurso de falta de recursos pero muchas veces es la voluntad política, de como se destinan y administran los recursos.

11. Son también críticos con el concepto de patrimonio y la subjetividad que lo envuelve. ¿No creen que existen ciertos parámetros objetivos en relación a la capacidad de seleccionar y reconocer qué es patrimonio y qué no lo es?

Sí, también hemos sido muy críticos con el tema del patrimonio como algo cerrado, de cotos de poder. Creemos que es necesario debatir este concepto y consultarlo con los actores y las instancias que sea pertinente hacerlo. Eso le daría el grado de “objetividad” necesaria pero más que objetividad hablaría de pertinencia, de rigor, es un asunto metodológico que marca un rumbo. Es necesario sentarse a discutir sobre qué es el patrimonio y sobre conceptos como “recuperar” ya que, desde las instancias políticas y gubernamentales, hay ese discurso de “vamos a recuperar” y muchas veces son los propios actores sociales los que han estado conservando y preservando en la medida de sus posibilidades y sobre todo saben acerca de su contenido.

12. ¿Qué hacemos con los archivos fotográficos invisibles? ¿las fotografías de los grupos desfavorecidos, de los perdedores, de los archivos no controlados, digamos, por las instituciones?

Yo creo que primero darnos cuenta de que existen y en segundo, crear mecanismo para que sean preservados, catalogados y sobre todo generar otra actitud hacia ese patrimonio. Por ejemplo, no vamos a generar una actitud de aprecio por el patrimonio fotográfico, de preocupación por saber de él, si andamos con la bandera de que con la fotografía uno se puede hacer rico. Esa fue la primera que surgió en México y todavía existen esos coleccionistas privados que comercian con esas imágenes. El patrimonio se debe preservar, se debe documentar, dar a conocer y poner acceso pero no explotar económicamente.

Sobre Lourdes Roca y Ortíz

Lourdes Roca y Ortíz es Doctora en Antropología por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, tiene la Maestría en Historia (línea Divulgación de la historia), por la Universidad Iberoamericana y es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Es investigadora del Instituto Mora y responsable del Laboratorio Audiovisual de Investigación Social. Su formación multidisciplinaria en comunicación, historia y antropología, hizo que centrara sus primeras investigaciones en la divulgación histórica audiovisual y la realización de documentales de investigación.  Después de verse beneficiada por el CONACyT con un proyecto para jóvenes investigadores (2001), sobre “Los usos de lo visual en la investigación social”, impulsó la creación de un espacio de investigación colectiva en este campo: el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social, que fundó en 2002 en el Instituto. En él se ha dedicado a la investigación social con imágenes y a la construcción de propuestas metodológicas para su incorporación como fuentes de investigación. Es docente de estudios de la imagen y técnicas cualitativas de investigación en la licenciatura y el posgrado del Instituto Mora y ha impartido cursos de especialización en la materia en México, Colombia, Brasil, Chile y Argentina. Ha recibido otros apoyos del CONACYT para la conformación del Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (2002-2006) y para el desarrollo de un Sistema de Información para Archivos de Imágenes, El Pescador, que ha permitido poner en línea varias fototecas digitales, impulsando el acceso libre a las imágenes y fomentando su conocimiento e investigación (2007-2012). Recibió la Presea Ducit et Docet y el Premio del ATENALCYT como mejor promedio de la generación de licenciatura en 1990, y mención honorífica por su tesis de doctorado en antropología en el año 2000. Entre sus publicaciones destacan el documental que formó parte de la tesis doctoral, Km. C-62 Un nómada del riel (2000), los libros Imágenes e investigación social (2005) e Investigación con imágenes. Usos y retos metodológicos (2012) el sitio en línea Huellas de luz (2012) y la reciente publicación de Tejedores de imágenes. Propuestas metodológicas de investigación y gestión del patrimonio fotográfico audiovisual (2014), realizado con Felipe Morales, Carlos Hernández y Andrew Green.